Aquí estoy, sosteniendo la invitación para la cena navideña de la oficina y siento que mi estómago se descompone al darme cuenta que no tengo un vestido para tan festiva ocasión. Aprovechando las ofertas del viernes negro, en la cena de ¨Acción de Gracias”  sólo me comí un pedazo de pavo y de milagro terminé las vainitas.

Me sentía mental y físicamente preparada para ir de compras. Me levanté a las cuatro de la mañana, hora perfecta para encontrar la mejor oferta en la tienda más exclusiva de Cincinnati y entre empujones pude llegar a la sección de vestidos de gala.

Me quedé estupefacta al ver que la mayoría de los vestidos eran ROJOS.

Tomé por los brazos a la encargada,  tal vez buscando una explicación lógica de tan poca imaginación, la pobre entre asustada y soñolienta me respondió:

“ Señora, el rojo es el color de moda.”

Mientras hablaba, yo veía como efectivamente los vestidos escotados, cerrados, largos y cortos eran todos ROJOS.  

Con una sonrisa, que sólo las sabias vendedoras ofrecen a las cuatro de la mañana en un ¨viernes negro¨, me dijo: “Los vestidos rojos con sandalias rojas hacen una combinación perfecta“.

Desesperada huí a la sección de maquillaje, pensado tal vez podía subirme el ánimo maquillando mi desilusión y me dejé envolver por una vendedora que se ofreció a maquillarme con lo último de lo último.

Para mi sorpresa, al terminar me dijo: ¨Te ves bellísima, definitivamente el lápiz labial Rojo Pasión te hace lucir joven y brillante.¨

Con la poca pasión que me quedaba y desilusionada suspiré al saber que lo único que podía ver detrás del vestido rojo, las sandalias rojas y los labios rojos era la cara del parlanchín presidente sudamericano que no se quita su camisa roja ni para dormir.

En medio de la tienda miré al cielo pidiendo una respuesta: ¨¿Hasta cuando estará el rojo confiscado?¨

Honestamente no lo sé, lo que si sé es que para la fiesta de fin de año me voy a poner el vestido negro que uso todos los años porque prefiero vestirme como una viuda que ponerme el golpeado rojo.