Esa pregunta me la hizo una amiga hace poco después de contarme de su crisis matrimonial. Yo me quedé callada porque eso es una decisión tan personal, pero para mi sorpresa, después de un largo rato me dijo: “Lorena, tu tienes suerte, creciste en otro país y ustedes ven las cosas en forma diferente.”
Su comentario me puso a pensar, porque honestamente no creo que veamos las cosas diferentes, al contrario, lo que pasa es hemos aprendido a vivir con muchos Pedros, Josés, Felipes, Juanes y Luises que creen que mandar en la casa, es mandar en nuestras vidas.
Pensamos de una forma, pero actuamos de otra.
Esa situación tan particular hace que las mujeres seamos unos seres díficiles de entender. Más aún, ahora que estamos en el tercer milenio y tenemos tantas oportunidades para tomar control de nuestro destino, todavía algunas de nosotras seguimos pensando como si estuviesemos en el siglo pasado.
Por un lado, las mujeres de este milenio tenemos la opción de no tener tantos hijos como Dios nos mande y nos hemos educado para trabajar en lo que nos gusta, pero por el otro, algunas nos sentimos emocionalmente maniatadas y vivimos resignadas en un silencio que nos lastima y nos empequeñece.
¿Qué se divorcia o no se divorcia?
Como le puedo dar mi opinión cuando hemos crecido escuchando que es mejor estar mal casada que divorciada o como decia mi abuela: “Aguantar y Resignarse.” Pero, ¿por cuánto tiempo se puede ser tan infeliz?
Su decisión puede que sea como la que toma cientos de mujeres que a la hora de decidir sobre sus vidas terminan envueltas en una telaraña emocional que las atrapa y las sofoca dentro de una sociedad conservadora que valora la institución matrimonial y el bienestar de los hijos por encima de toda posibilidad que la mujer sea feliz.
Mi amiga todavía no me ha comunicado su decisión y cualquiera que sea la voy a respetar.
Por lo pronto, ella comenzó a trabajar y la noto diferente; sus ojos brillan de emoción y tiene una seguridad que me asombra. La veo y siento que es otra persona; una mujer que se valora y que tiene el control de su vida emocional.
Su historia me recuerda un comentario de la escritora mexicana Ángeles Mastreta: ” mientras las mujeres sean más y más parte de la fuerza de trabajo, mientras tengan una profesión y ganen su propio dinero, más cerca estaremos de hacer lo que queramos.”
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Artículo publicado en Mujer Latina Blog el 21 de octubre del 2007