En tiempos tan difíciles como estos, definitivamente las mujeres necesitamos algo que nos ayude a colocar color y sabor a nuestras vidas, porque cuantas de nosotras nos gustaría hacer algo diferente por un día para cambiar nuestra rutina.
“No hay mucho que hacer” – dije suspirando y con un tono medio telenovelero continue – “ese es nuestro destino”
Pero de pronto se me ocurrió una idea para romper con la soledad y la depresión que me da cada vez que me toca hacer las tareas del hogar.
“¡Qué tal si me pongo a cantar, ya que para la depresión, nada mejor que cantar una canción. ¡Excelente idea!-– grité llena de emoción- “Pero para ello necesito una canción que sea al mismo tiempo romántica y optimista” – dije mientras pensaba cual canción era la perfecta.
“Definitivamente” -dije- Cielito lindo es la mejor canción y si la canto como toda una mero Mariachi mucho mejor.”
“No es que no sea romántica, al contrario, lo que pasa es que me considero una romántica-realista porque en tiempos de recesión, nada mejor que cantar para acabar la depresión.”
Decidí probar mi maravillosa idea. Respiré, me aclaré la garganta y empecé a cantar “Cielito lindo” :
“Ayyy, ayyy, ayyy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
Una inmensa sensación de alegría sacudió mi cuerpo y decidí aventurarme a leer las noticias. Tomé el periódico y leí que las guerras, desempleos y la crisis financiera todavía son los titulares del día y viendo que las noticias no han cambiado ni son muy optimistas, me levanté de la silla, tomé mi sombrero y como toda una experta Mariachi que sabe cantar muy bien rancheras, canté:
“Ayy, ayy, ayy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
De la emoción, llamé a mi vecina que nunca la veo y le comenté de mi nueva forma de acabar con la depresión y le gustó tanto, que nos despedimos cantando:
“Ayy, ayy, ayy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
Me sentí tan bien, que fui a ver la montaña de ropa que tengo por lavar y con una gran sonrisa, abrí los brazos y emocionada me puse a cantar:
“Ayyy, ayyy, ayyy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
Feliz de saber que mi idea estaba funcionando, decidí seguir experimentando y me puse una falda larga y empecé a bailar por toda la casa, a la que por cierto, vi que necesita urgentemente una buena limpieza, pero con una gran sonrisa en mis labios canté:
“Ayyy, ayyy, ayyy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
Mi esposo angustiado subió las escaleras y preocupado me preguntó: “¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? ¿Por qué te quejas tanto?”
Pobresito – pensé mientras trataba de organizar mis ideas para tratar de explicar con sombrero en mano lo genial de mi nueva idea – pero lo único que salió de mi boca fue otro: “Ay, ay, ay, canta y no llores…. cielito lindo, los corazones.”
Mi esposo, silenciosamente miró la nevera abierta y de inmediato entendió que era la hora de preparar la cena y decidió retirarse sin chistar, dejándome cantándo a todo pulmón:
“Ayyy, ayyy, ayyy canta y no llores,
porque cantando se alegran,
cielito lindo, los corazones.”
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Artículo publicado originalmente en Mujer Latina Blog