Hace unos días me encontré a una amiga que no veía desde hace tiempo en mi Starbucks favorito y entre café y cafés me preguntó sobre los último avatares de mi azarosa vida en Cincinnati.
La miré y de plano le dije: Todo lo que me pasa es culpa de Heráclito.
Hera…qué – me preguntó asombrada
¨Tu sabes, Heráclito de Éfeso ¨– le decía mientras organizaba mi discurso – ¨el filosofo griego que afirmaba que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa.¨
Mi amiga miró su reloj y me di cuenta que debía ser más explícita.
¨En otras palabras, para Heráclito todo fluye ¨- le respondí como toda una filosofa conocedora de la doctrina heraclítea del cambio.
¨¨¿Y?¨- preguntó mi amiga a punto de estallar.
¨Nada¨ – le respondí -” ahora no duermo porque me la paso meditando para ver cómo puedo lograr que mi armonía invisible sea mayor que la armonía visible.”
Elevó impacientemente su mirada al cielo esperando una respuesta coherente y luego me miró esperando más explicaciones.
“Bueno si para Heráclito todo fluye, ¿por qué la economía y la situación laboral sigue atascada desde hace más de dos años y cómo puedo lograr la armonía invisible si todo lo visible está constipado en el tiempo? ¿Cómo podemos lograr que el mundo continúe en movimiento y produzca cambios constantes?”
Desilucionada le dije: “Como puedes ver, en eso estoy, aprendiendo a vivir en un mundo constipado y para colmo, se me ocurrió ver la película Come Reza Ama, y ahora estoy tratando de conectarme con lo divino y lo espiritual para así alimentarme con cosas que me hagan más saludable. Pero cada vez que me siento a meditar, tal como lo hace Julia Roberts en la película con tan poco éxito, lo único que se me viene a la mente es comer una pasta putanesca o una amatrichanna en cualquier restaurante en el Trastevere romano.“
Resignada miro mi taza y le pregunto, como si estuviera buscando la respuesta en la borra de mi café: “¿Cómo puedo tomar gusto a la vida y lograr la armonía, aún con estas vicisitudes?”
“No lo sé”- respondió mi amiga – “Pero de seguro que un Jedi te hubiese podido responder esa pregunta si hubieses ido a la convención de ¨Star Wars¨que se celebró la semana pasada en la Florida.”
Y con una gran sonrisa nos despedimos, como cualquier Arnold Schwarzenegger: Hasta La Vista, baby.