En el mes que celebra la hispanidad en los Estados Unidos, es un honor para Mujer Latina Today honrar el talento de las autoras Latinoamericanas.
Salud Ochoa Sánchez es una premiada periodista y poeta de Chihuahua, México que nos ha permitido compartir tres poemas de su libro “El Canto de las Brujas” publicado en marzo 2015.
“El Canto de las Brujas” es un libro que surge de la necesidad de expresar todas aquellas cosas que afectan a las mujeres, los desencantos, los dolores, las traiciones, las alegrías, los triunfos y ¿Por qué no? El amor.
Alguien le preguntó a Salud si si era una bruja y esa pregunta despertó su mente a nuevas realidades involucradas en esas tres palabras. ¿Soy? Le pregunté a la nada y en obvio desencanto quedé sin obtener respuesta. La decisión de serlo apareció trepada en mi ventana mostrando sin recato los rudos laberintos que una mujer enfrenta para librar batallas. ¿Soy una bruja? Pregunté de nuevo y la respuesta emergió del alma: Sí. Canto, bailo, abrazo sueños, digo lo que pienso y entiendo que la libertad va más allá de cualquier atadura, nos dice Salud.
“El Canto de las Brujas” y el libro “Lágrimas de Barro” se pueden conseguir en librerías La Prensa, en Chihuahua, México o bien, puede comunicarse con Salud Ochoa Sánchez a su correo: saludochoa@Hotmail.com y directamente se los envía.
Los invito a leer los tres poemas de Salud Ochoa Sánchez de su libro “El Canto de las Brujas”
Historia de una lágrima que no pudo rodar
Tiene trece años
Y el dolor amenaza con romperle el cuerpo.
Hace seis meses que le empezó a crecer la panza
Y ella aún no entiende los porqués.
Intenta descifrar la historia
Pero igual que antes
No sabe lo que pasa con su cuerpo.
Lleva tantos años allí adentro
Que apenas muerde
El recuerdo de su madre.
Sus ojos, se han vuelto pantanosos
Y su vista se pierde en el crepúsculo.
Quizá haya sido el ayuno forzado
Las largas horas de trabajo en el burdel
O la mano siniestra
Que le aprisiona el alma.
Tiene una lágrima escondida
En el ojo izquierdo,
Que se niega a salir
Por temor a equivocar el camino.
¿A dónde iría después de todo?
Si no conoce más que los pasillos
Oscuros de esa casa vieja.
Alguien le dijo que tiene un hijo adentro
Pero al igual que el otro,
Lo sacarán a tiempo
Para venderlo en el mercado.
La lágrima rebelde casi cede entonces
Y se sostiene apenas
En la línea suicida de los párpados fijos.
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Mujeres de ojos grandes y de almas insumisas
Tenía los ojos grandes
Como un par de soles
Que iluminaban su rostro
Y su sonrisa.
Pero las penas los fueron marchitando
De a poquito.
Se les perdió la luz.
En los minutos de dolor
Se les fue el alma;
En las lágrimas nocturnas,
En los desencantos del alba
Y en el adiós de cada invierno.
Ella tenía los ojos grandes
Y miraban recio
Como miran las mujeres fuertes.
Pero a nadie gustó que fuera así
Nadie quiso que saliera del molde
De mujer sumisa
Que mirara la luna y persiguiera sueños.
A nadie le gustó tampoco que tuviera esperanzas
Que trazara metas y librara luchas.
Nadie quería una Juana de Arco postmoderna
Cuando lo único que hacía falta
Era una matriz apta para tener hijos.
Los “no” se convirtieron en el todo cotidiano
“no vayas”, “no digas”, “no incomodes”,
“no pienses”, “no sientas”
Porque al fin y al cabo eres solo una mujer.
Las dagas de la intolerancia le abrieron la piel más de una vez
Le cortaron las alas, apagaron la luz de sus ojos
Dejando solo un halo oscuro en las órbitas vacías.
Se regodearon creyéndola vencida
Y pisotearon el último rescoldo de dignidad
Que parecía quedar.
La abandonaron todos
Como se abandonan las cosas que no sirven
Pero ninguno supo
Que su alma era más fuerte que todos sus quebrantos.
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Y ¿si sueño?
¿Y si sueño contigo
Y se me resbalan los dedos
Y van buscando tus besos?
¿Y si te vas
En las alas del viento
En el trino de un ave
O en el misterio de un recuerdo?
Si sueño realidades
Si te espero
Si el azul de tus ojos me deslumbra
Y ¿si muero…?
¿Y si miro que llegas
Y te encuentro
Y al pasarte de lado, no te siento?
¿Y si crecen mis alas
Y me arrastra el viento
Y sin pensar me elevo
Al horizonte, al cielo?
¿Y si estuviéramos juntos
En un atardecer, y el sol
Se fuese desgranando
En nuestros cuerpos
Si alguno de nosotros respirara entonces
Y el calor de los rayos
Le quemara por dentro
Y estuviésemos juntos
Ambos, ya muertos?
¿Y si un día de octubre
te miras al espejo
y lo encuentras vacío,
desesperado, viejo?.
¿Y sueñas que me miras
Y renace el recuerdo
Y quieres encontrarme
Y yo ya estoy muy lejos?
Imágenes cortesía de Salud Ochoa Sánchez