Esta mañana me levante sintiéndome un poco extraña y entonces me miré al espejo por un largo rato, respiré profundo, arquee las cejas, hice muecas con la boca, moviendo del lado derecho al lado izquierdo, como si estuviera molesta, asombrada e indignada y al final solté una ruidosa carcajada, tal y como lo hacía en mis tiempos de soltera.

La carcajada tenia un tono extraño, sonaba hueca, melancólica y sin pasión. Alarmada decidí buscar ayuda a mi valiente amiga que siempre está dispuesta a escucharme y a ayudarme a restituir la carcajada perdida en estos tiempos hipotecados.

Después de varios intentos y mensajes de auxilio, me devolvió la llamada y al escucharme me dijo: “Tenemos que reunirnos para recuperar tu sonrisa deshipotecada y para contarte sobre mi resolución estilo el sostén equivocado.

Me asusté, al saber que la resolución del sostén equivocado es una que se toma sólo en caso de emergencia y tiene sus orígenes en un articulo que escribí hace mucho tiempo y que se ha convertido en una filosofía de vida para ambas.

Nos encontramos en un Starbucks y en medio del café decidimos que debido a la urgencia del asunto, la prioridad era recuperar la carcajada deshipotecada que me ha caracterizado por tantos años.

Empezamos su reconstrucción con historias viejas, nuevas y divertidas. Motivada por las historias, decidí probar mi carcajada y lo único que pudo salir fue un ¡Jah! – Un sonido corto y seco, y sin vida que parecía el comienzo de una canción rusa.

Continuamos compartiendo historias y nada.

Medio frustradas porque mi carcajada todavía sonaba ronca, sin volumen y sin pasión, decidimos cambiar de táctica y hablar sobre su resolución.

En tono serio mi amiga me dijo: “He decidido hacer cosas que me gustan. No quiero comprometerme a cosas que me hacen sentir usada. Quiero trabajar con las personas que valoran mi trabajo y que lo agradecen. Por eso he decidido si me piden hacer algo que me hace sentir incomoda y que me recuerda las molestias que sufro cuando uso el sostén equivocado, no lo voy hacer. Asi de simple. La gente me conoce y sabe muy bien de mi trabajo, y es por eso que he decidido hacer lo que realmente me llena, me enaltece, me inspira y me apasiona.”

Me miró y continuó diciendo: “Lorena siempre recuerdo tus palabras: ‘Vivimos en tiempos donde las mujeres no tenemos obligación de aguantar a una persona o una cosa que nos apriete, maltrate, sofoque, desaliente, que nos use para sus propios beneficios o simplemente no ofrezcan el apoyo y seguridad que necesitamos para ser felices en nuestras vidas.

Con un guiño de ojos concluyó solemnemente diciendo: “En otras palabras, voy hacer las cosas que me gustan con el mismo sentimiento que me ofrece usar la talla correcta del sostén”.

Le di un abrazo solidario y decidimos tomarnos un café para continuar con la recuperación de mi carcajada libre de gravámenes e hipotecas.

En eso estábamos, cuando leímos la noticia titulada: “Sofía Vergara, ‘mujer florero’ en los Emmys”

Curiosas por el título, decidimos leer el artículo entre lineas: “… colocándose en una plataforma giratoria como si fuera una chica de exposición. Y no hizo otra cosa que estar ahí, sonriendo, dando vueltas sin parar, mientras Bruce Rosenblum daba su discurso..”

Mi amiga me miró, yo la miré, nos miramos y soltamos una enorme carcajada y entre risas me dijo: “Parece que a Sofia se le olvidó ponerse el sostén”

“¡Jajajajajaja!”  — sonaba ruidosamente mi risa y nos dimos un abrazo solidario al escuchar que la había recuperado  y sintiéndonos tal y como los Cronopios de Julio Cortázar, quién esta semana cumplió 100 años de su natalicio, nos despedimos hasta otro nuevo café