Está mañana me levanté sintiéndome diferente. Como todas las mañanas, me fui a la cocina a preparar el café envuelta en una gruesa cobija blanca, pero me empece a preocupar al darme cuenta que estaba caminandolento y como si mis pies fueran grandes y pesados.

Con mucho esfuerzo, me aclaré la garganta, no por sentir dolor, sino porque estaba haciendo una especie de gruñido, miré por la ventana y me alegré al ver el blanco cubrir el horizonte. Asustada decidí abrir la puerta y al sentir el viento frío tocar mi rostro, sonreí aliviada al saber que NO me he convertido en un OSO POLAR… Saludos desde un día claro lleno de sol en Cincinnati, pero con una temperatura de -20°C — Lorena