Tres semanas con buenos días en mi trabajo y sin ver a Finn en mi café de los lamentos. 

El sábado es el cumpleaños de Chabelita y decidí ir ali café a organizar mis ideas porque además de su cumpleaños, hoy Todd me dio la noticia que ve voy a ciudad de México este domingo por un mes a organizar la nueva oficina de la empresa.

Cada sorbo de café era un sorbo de sueños que poco a poco se me han venido cumpliendo. Nunca he ido a México y estoy ansiosa por empezar esta nueva aventura que me ofrece la vida.  No puedo esperar conocer sus museos, degustar su deliciosa comida y hacer nuevos amigos.  

“Me falta” — dije en voz alta — “comprar..”  y en silencio empecé a escribir un menú con platillos de diferentes países para la cena de cumpleaños y mi viaje para México.   

Sonreí sorprendida al saber que Chabelita nunca se ha montado en un avión, pero gracias a los libros, ella conoce una historia, una novela o un artículo interesante o tiene un memento que ha comprado el Ebay del lugar que aparecen en los libro. Entrar en su cuarto es entrar al mundo de los personajes de sus libros y a los que ella seguramente sueña algún día ser. 

Aunque cada una de nosotros nos encerramos en nuestros mundo, Chabelita y yo tenemos uno en común y es soñar por lo imposible para escribir historias de lo posible. Nuestras historias están llenas de hojas manchadas de lágrimas de frustración, borrones de aprendizaje y hojas limpias con comienzos. 

Con mi taza de café entre mis dos manos, los codos sobre la mesa y mis labios indecisos me encontraba indecisa si tomar el siguiente sorbo de café o seguir sonriendo por los recuerdos de lo que he vivido y lo que me espera por vivir.   

De pronto sentí que el mundo se detenía nuevamente y como un héroe de las novelas de amor en los tiempos largos apareció el protagonista de mi historia que no tiene fin porque era Finn.  

Con una sonrisa picara me saludo y se sentó. Esta vez no había suspenso, pero si una gran confusión porque no me sentía ni frustrada ni deprimida ni tampoco había tenido un semana mala en el trabajo.

Pero, ¿cómo sabe este caballero con aires de príncipe azul que la dócil doncella sentada a su lado y que suspira escondida por él tiene planes de viajar para crear nuevas historias llenas de aventuras en lugares nuevos y distantes? 

“Te vas para México” – no fue una pregunta sino una afirmación y para mi sorpresa en español– “vengo a desearte un buen viaje.” 

Más confundida le pregunté: ¿Cómo sabes de mi viaje?

“Tengo mis contactos” — me respondió sonando como una historia arrancada de un libro de detectives. 

Se levantó, me hizo una seña que ya regresaba y se fue a comprar un café. Yo me quedé callada y ausente tal como el poema 15 de Pablo Neruda. 

Al regresar se sentó y colocó su taza en la mesa y empezó a hablar como si nada. Parecia que los meses habían pasado para mi y no para él. Finn es un hombre de pocas palabras, pero con asombró noté un cambio y que ahora es un hombre de muchas palabras y en español. Que curioso pensé.

Además de su español, Finn tenía algo que yo no podía decifrar, pero de mis labios no brotó nada porque yo estaba “como la noche callada y lucia como ausente.”

“Estás lista para tu viaje” – me preguntó y yo le respondí que si. 

Hablamos de sus viajes a México y yo lo felicité de su español, Finn me respondió con una sonrisa traviesa que tenía una buena maestra y se despidió dejándome como una mujer no tan valiente como me legaron mis padres.” (Poema de Jorge Luis Borges)

Sin tiempo para reflexionar sobre la conversación con Finn, decidí salir corriendo para comprar los ingredientes y lod adornos para la fiesta de Chabelita. 

La fiesta estuvo muy agradable, vinieron mis amigos de siempre: Andrea, Jack, Adriana y decidí invitara Gustavo para ver si se nos une al grupo de amigos que añoran tiempos pasados o comparten historias de familiares en países lejanos que poco conocen y de sus sueños por crear sus propias historias con el idioma de sus padres.

Pasamos la noche genial y Gustavo habló de sus viajes por el mundo y Chabelita emocionada mencionaba los autores y los títulos de los libros que había leído sobre esos lugares.

Me acosté en la madrugada y me levanté tarde al día siguiente a hacer mi maleta mientras Chabelita dormía en su cuarto.Tenía todo listo para salir, pero no encontraba las sandalias gladiador, las que me dan suerte y las que me hacen sentir que puedo derribar imperios, mejor dicho retos. Busqué por todos lados y nada.

Frustrada y casi a punto de dejar tan valiosa pieza de vestuario,  decidí buscar en el armario del pasillo y las encontré medio tapadas con una bolsa de tela azul oscuro. Levanté la bolsa y se cayeron unos libros. Los recogí y para mi sorpresa era libros para enseñar español. 

En ese momento todo lo inexplicable se volvió explicable. Chabelita era la maestra de español de Finn y era la persona que lo mantenía al tanto de mi vida. 

Tomé mi maleta y rumbo al aeropuerto me encontré parafraseando las sabias palabras de Scarlett O’Hara: “Mañana es otro día.”  y con una sonrisa soñadora pensé que me había llegado la hora de vivir mi presente porque me lo he ganado yo sin Finn.