Capitulo 9: Sonrisa Amorosa: Por Fin con Finn o sin Fin
Pero esa sonrisa sincera llena de amor se desvaneció por los balidos de dos ovejas: ¡beeeeeehhh! ~ ruidosamente balaba la oveja 25 en mi hombro derecho y la oveja 30 le respondía desde mi hombro izquierdo con un balido más largo y fuerte.
El balido de la 25 era un beeehhh corto y directo que me pedía que le diera a Finn una oportunidad para hablar y explicarse, y para la oveja 30, su balido filosófico, largo y explicativo me recordó que era mejor no empezar con una persona que desde el comienzo ha mostrado poca honestidad en cuanto a las relaciones amorosas.
Es el colmo que este tipo llegue a tu casa – beehhh y el otro beeehhhh es como: “dale una oportunidad para explicar antes que se complique más esta historia tan corta que se está haciendo larga.”
Respiré profundo, cerré la puerta de la sala y como susurrando le pregunte dónde había conseguido la dirección de mis padres; él sin pena me recordó que era el dueño de la empresa y que por favor aceptara la invitación para un café.
Le di las gracias por las flores, le pedí que me esperara un momento, entré a la casa y vi que todavía mi madre estaba con su sombrero de Mariachi, le entregué las flores y le propiné un gran beso en las mejillas, tomé mi abrigo y bolso, y me despedí diciendo que luego le explicaba la situación con más calma.
Me puse el abrigo y le dije a Finn que cerca de la casa había un pequeño café, y así juntos nos fuimos caminando mientras yo trataba de organizar mis rebaños o mejor dicho, mis pensamientos.
Llegamos al café y nos sentamos en una esquina lejos del mundo y del ruido, como si fuéramos dos fugitivos de un amor prohibido o mejor dicho dos enamorados encubriendo su clandestino amor.
Finn y yo conversamos por un largo rato. Lentamente me explicó su situación, tal vez pensando que no iba a entenderle, o tal vez tratando de convencer a la oveja 30 que seguía aún susurrándome al oído: “De verdad soy honesto con mis sentimientos, dame una oportunidad. Ten paciencia que todo va a arreglarse. Gracias a ti he descubierto que no me gusta el plan que mi familia y mi apellido han trazado para mi profesionalmente en la empresa y a nivel personal.”
En medio del “beeeeeehhh” de profundo descontento de la oveja 30 le contesté: -”Mereces una oportunidad.”
“Beeeeehhhh” —
Me mostró una amplia y hermosa sonrisa y cómo para cerrar nuestro pacto de amor clandestino me besó. En ese momento, mi vida comenzó una aventura al estilo James Bond. No nos mirábamos en el trabajo, pero nos citábamos en lugares poco conocidos y hablábamos mucho. En las reuniones de la empresa nos comunicábamos por mensajes codificados que sólo él y yo entendíamos. Eramos conocidos en nuestro mundo y desconocidos en el otro.
Así pasó un mes, hasta que un día me levante abotargada e insomne, recordando al filosofo griego Heráclito de Éfeso .
Para Heráclito todo en la vida cambia y fluye, y si todo fluye, ¿por qué en la relación con Finn me siento estancada?¿Cómo puedo lograr la armonía invisible si todo lo visible está constipado y no fluye? ¿Cómo puedo lograr que mi mundo continúe en movimiento y produzca cambios constantes?
Me mire en el espejo y la Chica Bond, la que supuestamente siempre se ve Bond, hoy se veía pálida y ojerosa. Viéndome con detenimiento sentí que me había encogido. Sentí que me habían metido en una secadora de ropa sin haber leído las instrucciones en las etiquetas; como no estaba hecha de material sanforizado ya no tenía la sonrisa dulce ni la mirada segura de toda chica Bond.
Con una sonrisa triste me di cuenta que nada iba a pasar con Finn porque como estaba planteada nuestra relación, jamás él perdería las comodidades de ser el hijo de los dueños de la empresa y seguir jugando al “double play.”
Me llené de valor y empecé a enviar mi curriculum a varias empresas de mercadeo interesadas en una hispana con experiencia en el mercado hispano.
Una empresa se mostró interesada, pero la propuesta de trabajo no solo requería trabajar en los Estados Unidos sino ofrecía la oportunidad de viajar por toda Iberoamérica.
Llegó la hora de producir cambios y dejar que las cosas fluyeran para así lograr la armonía visible e invisible de la que hablaba Heráclito.
“Al diablo con los códigos secretos” – dije mientras me dirigía a la oficina de Finn.
Toqué la puerta. Escuché que me convidaba a entrar, y como Maria Te, y no la chica Bond, le dije: “Lo que te voy a decir es culpa de Heráclito.” Me miró sin entender, y yo le expliqué: “No te preocupes, se trata de un filosofo griego que me hizo recordar que el amor fluye y crea cambios, y cuando no fluye se estanca y es mejor tomar otro rumbo.”
Me levante de la silla, con una sonrisa apretada y forzada, y a punto de soltar las lágrimas, le dije que había llegado el momento de superarme en mi carrera profesional, que tenia una excelente oferta de trabajo que no podía rechazar y le entregué mi carta de renuncia.
Concluí mi tormentoso día con la esperanza y convicción, que más temprano que tarde, Finn y yo nos encontraríamos algún día, nos miraríamos limpiamente a los ojos y hablaríamos de tú a tú.