Llévate tus ovejas: Sonrisa Amortiguada

Una cosa es decirlo y otra es hacerlo. Todos podemos huir volando tal vez como una cometa, pero cuando hay sentimientos profundos, de milagros puede uno levantarse de la cama.

Malhumorada, ojerosa y demacrada regresaba hacia mi cubículo pensando en lo bien que se ve “el que no quiero nombrar” hoy en la reunión del equipo del cliente de “latas” mostraba un buen semblante, no se veía ni ojeroso ní demacrado y casi me desmayo cuando  en medio de la reunión, cuando todos estaban concentrados con sus iPads mientras se explicaba la propuesta, me guiñó el ojo y me dio una sonrisa de esas que te quitan el sueño, sin saber que literalmente me lo está quitando desde que comenzó esta novela de amor en tiempos cortos.

Me miré en el espejo pensando que no soy la única que tiene problemas para dormir porque mis preocupaciones no son tan complicados, pero gracias al viejo método de contar ovejas me quedo dormida al terminar de contarlas. Mi rebaño es pequeño, tengo 20 ovejas con una función específica cada una de ellas, por ejemplo:  La oveja 10 me recuerda la lista de cosas que tengo por hacer, como ir al mercado o llamar al peluquero: son las cosas que merecen estar en una lista; la oveja 15 es la que bala por las ofertas de la semana para mantener un vestuario que me hace lucir talentosa y contemporánea; la oveja 4, lamentablemente me recuerda no comer tantos carbohidratos porque debo bajar de peso; la oveja 16 con su balido me recuerda el trabajo que tengo pendiente y la número 20, mi favorita, es la que con sus suaves balidos me dice que es mejor ocuparse que preocuparse y que mañana será otro día.

Así pasan mis noches en vela, yo contando las 20 ovejas de mi rebaño, pero ahora tengo un problema y es que se me instalaron 10 nuevas ovejas y ahora me paso toda la noche tratando de entender los balidos de las nuevas mientras me llega la mañana y enfurecida me levanto de la cama porque no he podido dormir nada.

“Pero, ¿quién puede contar 30 ovejas?

Por culpa de Finn es que me veo ojerosa y demacrada y les confieso que antes no me molestaban tener ojeras, pero  ahora siento que su rebaño ni las necesito ni las quiero y hoy amanecí dispuesta a hablar con él para que se las lleve de una vez por todas.  En especial no soporto la oveja 23 que me recuerda las palabras bonitas y tiernas que me dijo durante la cena ni hablar de la oveja 25 que insiste en explicarme que de verdad Finn me quiere, pero que debo tener paciencia;  la 29 emite balidos incomprensibles porque tampoco entiende que si le gusto a Finn por qué tiene que esconderlo; y la oveja 3 es la que filosóficamente trata de explicarme el por qué debo volar como una cometa y cortar el hilo de Finn de una vez por todas.

Al final de la tarde me acerqué a la oficina de Finn para pedirle que en nombre de mis ojeras y de mi rebaño que se llevara sus 10 ovejas para que las use en sus noches de insomnio y así pueda verse demacrado y ojeroso como lo he estado yo en los últimos días.

Su oficina no tiene paredes sino vidrios y vi que estaba en el teléfono. Le hice un gesto pidiéndole que sí podíamos hablar, me dice que le diera unos minutos, y esperando en el pasillo estaba, cuando de pronto puse la posición 2 de pilates, la que me da la flexibilidad de correr y pensando que seguramente estaba hablando con su novia, con mi sonrisa amortiguada la que esconde sentimientos profundos, le hice un gesto diciendo que no se preocupara, que podiamos hablar otro día. Me despedí y salí corriendo despavorida.


Apresurada recogí mi bolso y le mande un S.O.S  a mi amiga Chabelita del club de las  C.H.U.B.A.C.A.S (Chicas, Hispanas, Unidas por el Bienestar común, por la Amistad, por el Compañerismo y porque somos unas Aliens Súper) para ver si nos podíamos reunir en el Café porque me sentía muy sola.

El club de las C.H.U.B.A.C.A.S  surgió al descubrir que Han Solo no estaba tan solo contratacando el imperio en la Guerra de las Galaxias, ya que contaba con su amigo peludo  Shewbacca.¨


Shewbacca acompañaba a Han Solo en sus viajes por el mundo sideral y lo protegía de las poderosas naves enemigas y lo ayudaba a esquivar los enormes asteroides y lo ayudaba a arreglar la nave espacial porque contaba con las herramientas correctas.

El club de las C.H.U.B.A.C.A.S  es perfecto para aquellas mujeres que necesitan apoyo cuando el sistema de navegación de la vida no les funciona y el club les proporciona las herramientas para arreglar la nave cuando se les descompone o simplemente se les ayuda a derribar las barreras que encuentran en el camino, en mi caso, te apoyan cuando se te rompe el corazón.

Ahi estaba yo con Chabelita sentadas en el sofá rojo del Café tratando de arreglar mi sistema de navegación estropeado por culpa de una historia sin Finn. Yo estaba súper agradecida de tener a una Chubaca a mi lado para que me ayudara a navegar mis emociones durante mi largo camino de búsqueda del hombre perfecto o imperfecto.

De pronto mi móvil comenzó a sonar y era un mensaje de Facebook solicitando el permiso a un amigo y me sorprendí al ver que era Gustavo Vera de La Fuente ( Ficha Técnica: 33 años, padre americano y madre española, simpático, ingeniero y en algún momento con ovejas en mi rebaño). Miré a Chabelita y le mostré el perfil de Gustavo en Facebook y me dijo con gestos que aceptara la invitación.

De pronto Chabelita y yo nos comenzamos a reímos al saber que afuera el mundo continuaba girando con o sin ovejas, pero en la esquina de un café, como en otra galaxia, se encontraban dos amigas, sonriendo tal y como dos Chubacas.

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Escrita por Lorena Mora-Mowry  

Una e-novela de amor corta para tiempos cortos 

Historias basadas en los artículos de la columna ¨Lorena Hoy¨ publicados en Mujer Latina Today ™ 2006-2013 ~ All rights reserved  

Los hechos y / o personajes son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es PURA coincidencia.

 

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