“Discere Faciendo” Saboreando mi destino. — Así me siento cada vez que mi madre mi invita a su casa a comer una arepa. Hoy me siento que voy a rellenar la arepa con aguacate, tomate, cebolla, queso blanco y lechuga pensé mientras respondía con un rápido mensaje texto a la invitación a cenar de mi madre, sabiendo que ella de antemano conocía mi respuesta.
Entregué los números a mi jefe y como su presencia siempre me hace sentir como el Finn de mi día, apresurada tomé mi bolso y salí corriendo a tomar el autobús que me llevaría a casa de mis padres.
Era un día frío y las ventanas del autobús impregnadas de condensación nvitaban a trazar dibujos y formas. Yo siempre trazo lo mismo: una casa con una chimenea expeliendo humo, árboles frondosos a su alrededor con una perfecta cerca blanca. Ese eterno dibujo me recuerda lo mucho que me falta por lograr cumplir mis sueños y el famoso consejo de mi sabia madre “discere faciendo” o “En la vida se aprende haciendo y que la suerte se trabaja.”
Llegué a casa de mis padres y mi madre preparaba la cena mientras hablaba por Skyoe con mi abuela mientras mi padre sentado en la mesa del comedor en silencio hacia su Sudoko y tratando de entender con los números lo que no entiende a la hora de la usual conversación en español durante la cena.
“María Te” – me dijo buscando mi atención mi madre – “Me acaba de contar tu abuela que la hija de su amiga que vive en New York la casada con el médico, se la pasa viajando por todo el mundo y que su casa es bastante grande con bellísimos jardines”.
Mi miró con esa mirada silenciosa juzgadora y que minimiza; sabiendo la razón de su comentario, lo único que hice fue devolverle mi amortiguada sonrisa de Mona Lisa.
“Esta semana me encontré con mi amiga Vera y me contó que su sobrino vino a visitarla y que no sabe que hacer…” – me dijo mi madre continuando su conversación de sus amigas.
“y cuál de tus consejos le diste” – le respondí mientras rellenaba mi arepa de colores y pensaba en lo original que es mi madre para dar consejos.
“Le di el consejo del sostén equivocado” – respondió con una sabia sonrisa y continuó compartiendo el consejo que yo tanto he escuchado.
“En la vida” – me miró detenidamente con el cuchillo de mantequilla en su mano- “a veces uno se encuentra en situaciones tan incómodas que nos recuerdan las molestias que sufrimos cuando usamos el sostén equivocado.”
No le respondí y me limité a sonreír como de retrato.
“Cuando usamos la talla equivocada del sostén” – dijo lentamente como si estuviera reflexionando su respuesta- “estamos sujetas a su despiadada voluntad. Pasamos rabias cuando en forma caprichosa y sin previo aviso decide subirse o bajarse colocándonos en una situación bastante embarazosa o las veces que nos toca subir las tiras cuando se resbalan de los hombros y las complicadas maromas que nos toca hacer para abrocharlos. Además son temperamentales y mañosos, unos días son amables y otros días nos hacen perder el control de nuestros días.”
“¿Quién puede aguantar eso?” – me preguntó mirándome a los ojos y sin esperar mi respuesta continuó su consejo- “nadie y menos sabiendo que se puede comprar la talla correcta. Es por eso que le sugerí a Vera que revisara la talla de su sostén para ver si es que le queda apretado o le queda grande porque no la está ayudando a ver otras opciones que la vida le ofrece.”
Tomó un sorbo de café y dijo: “ Vivimos en tiempos donde las mujeres no tenemos obligación de aguantar a una persona o una cosa que nos apriete, maltrate, sofoque, desaliente o simplemente no ofrezcan el apoyo y seguridad que necesitamos para ser felices en nuestras vidas.”
Terminó su consejo, mi padre terminó su Sudoko y yo terminé pensando que mi sonrisa de Mona Lisa se debía a que tenía el sostén con la talla correcta.
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Escrita por Lorena Mora-Mowry y publicada en MujerLatinaToday.com el 3 de febrero del 2013. “Las Huellas de Mi sonrisa es una e-novela de amor corta basada en los artículos publicados en la columna ¨Lorena Hoy¨ de Mujer Latina Today ™ 2006-2013 All rights reserved.
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