Hace poco me invitaron a una gala y como toda mujer con mucha pasión, pero poca organización, dejé para último momento la compra del traje y las sandalias

Desesperada y con mil cosas en mi cabeza entré en una de mis tiendas por departamentos favorita y allí como si estuvieran esperando por mi estaban unas sandalias con un tacón altísimo y con unas tiras muy interesantes que entrelazaban y cubrían casi todo el pie.

Tímidamente pedí la talla y la vendedora muy amable me las trajo y se puso a mi lado como esperando que algo ocurriera. Honestamente no le pregunté el por qué de su interés, pero parecía que detrás de su cordial sonrisa escondia algo.

Me puse las sandalias y de pronto sentí una emoción indescriptible que recorrió todo mi cuerpo y salté como si estuviera lista para derrumbar cualquier imperio, perdón, cualquier obstáculo en mi vida.

La vendedora con un tono de alerta me dijo: “Esas son las Sandalias Gladiador que están muy de moda y son las más vendidas en nuestra tienda.”

Gracias al tamaño de los tacones, la miré desde lo alto y simplemente le respondí: “AVE CÉSAR”

Emocionada me las compré y apresurada llegué a casa a arreglarme el cabello, hacerme las uñas, maquillarme y planchar el vestido. En fin, todo lo que hace una mujer que deja todo para el último momento.

¨Cabello y maquillaje perfecto, y vestido impecable sin arrugas y a la medida¨ – dije en voz alta mientras pensaba que lo único que me faltaba era ponerme mis poderosas sandalias gladiador.

Cuidadosamente las saqué de la caja y me las puse, una vez más, sentí esa fuerza avasalladora y me despedí de mi familia diciendo ¨SALVE CÉSAR.¨

Todavía no he podido encontrar una explicación lógica sobre lo que sentí esa noche, sólo sé que me sentía una mujer asertiva, inteligente, fuerte y poderosa.

Eso fue hace unas cuantas semanas y ahora cada vez que me las pongo siento que no hablo sino que doy discursos y lo mejor de todo, es que me escuchan con un gran interés y con un gran respeto.

No sé las razones ni el por qué, pero desde que tengo mis sandalias Gladiador mi esposo me está mirando con ojos que no son de amor y lo veo caminar por la casa diciendo a regañadientes que lo único que yo hago es mandar.

Así han transcurrido mis días y he estado en evento tras evento sintiéndome en las alturas del poder. Pero últimamente he descubierto un pequeño problemita con mis poderosas sandalias y es que al llegar a mi casa con sorpresa escucho una risita jijijiiji.

Sinceramente no sé si será producto de mi imaginación o de mi cansancio, pero esa risita la escucho cada vez que me quito las sandalias y me pongo mis chanclas. De pronto, puede que sea las sandalias o puede que sea yo,  al recordar que las mujeres no necesitamos ponernos una prenda de vestir y menos unas sandalias gladiadoras para sentirnos asertivas, inteligentes,  fuertes y poderosas.

Pero, ¿quién no tiene unas chanclas que lealmente esperan en nuestras casas para cuando decidamos bajarnos de las alturas?  Les aseguro que todas tenemos unas, porque nada mejor es llegar a casa después de un largo día y bajarnos de las alturas para volvernos una mujer normal y corriente, pero con unas chanclas bien puestas.